Mi hijo sufre TDAH, ¿y ahora qué?

Mi hijo sufre TDAH, ¿y ahora qué?

El diagnóstico del TDAH es algo que la mayoría de los padres no sabe cómo encajar cuando llega. La información contradictoria sobre el Trastorno por Déficit de Atención y/o Hiperactividad que hay en Internet y la falta de consenso entre los profesionales, juega en contra de los chicos/as que lo padecen y en muchas ocasiones, dificulta el diagnóstico precoz y una intervención temprana. Para los padres, es fundamental estar preparados a la hora de enfrentarse a este diagnóstico de una forma consciente e informada. De esta forma, podrán pedir ayuda en las principales necesidades de sus hijos/as y actuar de una forma adecuada tanto en el ambiente familiar como en el escolar.

Lo primero que los padres de un chico/a con sospecha deberían tener claro son los pasos que tienen que dar para conseguir una valoración que les permita tener la suficiente tranquilidad de que los resultados que les muestran son fiables. Para ello, es fundamental saber cuales son los especialistas con formación y experiencia suficiente para realizar este tipo de evaluaciones. La dificultad de este hecho estriba en que esto no está definido por especialidades. Tanto un pediatra como un psicólogo, por ejemplo, podría realizar correctamente el proceso.

Los progenitores deberían ser informados por el profesional que realiza el diagnóstico de que las opciones de tratamiento incluyen de forma preferente la medicación junto con diferentes intervenciones psicológicas y pedagógicas. Además, debe contar con la participación de los padres junto con los profesores y el entorno socioeducativo del niño/a.

La mayoría de los niños/as, de una u otra forma, están preparados para entender los aspectos básicos del TDAH. Evidentemente, no lo debemos explicar igual a un niño/a de seis años que a uno de 16, pero hay formas de hacerlo para que ambos los entiendan. Por ejemplo, a un niño/a de seis años le podemos contar, por ejemplo, que la terapia para el déficit de atención es un juego para aprender más rápido.
Otro aspecto importante es incluir en el proceso a toda la unidad familiar. La existencia de hermanos/as mayores o menores es un factor que no podemos obviar a la hora de organizar el día a día de un niño/a con TDAH. Explicarles a ellos lo qué pasa de una forma sencilla o decirles que necesitamos hacer las cosas de una determinada forma, ayuda a implicar a todos y mejora los resultados. Esto es algo que debemos intentar extrapolar al núcleo familiar ampliado siempre que sea posible. Esto incluye abuelos/as y familia directa cercana que comparta responsabilidades en el cuidado de un niño/a con TDAH.
SUPERCONSEJO:
Los niños/as con TDAH son proclives a sufrir discriminación por parte de compañeros y/o profesores. Para evitar esto, lo más recomendable es que las familias de niños con TDAH se unan y trabajen de forma conjunta para concienciar sobre el déficit de atención y divulgar en los medios de comunicación y las redes sociales sobre la hiperactividad. La falta de apoyo del profesorado a un niño con TDAH puede tener repercusiones. Esto unido a las dificultades de integración social que este trastorno puede producir, hace que los niños con déficit de atención se conviertan en carne de cañón para sufrir acoso escolar.
Una cuestión poco conocida y que debería tener más repercusión cuando hablamos del TDAH es la posibilidad de resolución del mismo. Cuanto antes nos pongamos manos a la obra, más posibilidades tendremos de mejorar la calidad de vida de los chicos que lo sufren y más opciones tendrán estos de poder encontrar en algún momento, una vida libre de las dificultades derivadas del TDAH. Ganarle la guerra al TDAH conlleva luchar múltiples batallas a lo largo del tiempo y de múltiples frentes día a día.
OPINIÓN: creo que el TDAH no está normalizado, pues todos los padres creen que sus hijos/as lo sufren y lo normal es que un pequeñajo/a se mueva, grite, corra, salte, juegue...Obviamente no por ello algunos/as dejarán de padecerlo, pero para eso están los médicos, para diagnosticarlo. 

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